jueves, 3 de abril de 2014

Casas embrujadas de México: El restaurante La Casona de Chihuahua.

Un niño que juega con una pelota azul, otro niño vestido de marinero, una niña, una mujer vestida de blanco y otra de negro son algunos de los fantasmas que habitan en La Casona, ellos han sido testigos de los cambios de esta mansión construida por el general Luis Terrazas.

Estos seres fantasmales han atraído la atención hasta de cazafantasmas, quienes en una época se dieron a la tarea de instalar cámaras infrarrojas para captarlos.


Sentados en el Salón Inglés de La Casona se encuentran Antonio Ferreiro Maíz, administrador del exclusivo restaurante; la escritora Alma Montemayor y el guardia de seguridad, Juan Francisco Lechuga, quien por más de 25 años ha trabajado en este lugar y ha visto las transformaciones, pero además ha sido víctima de las travesuras de los fantasmas que cohabitan en La Casona, ellos relatan algunos de los eventos fantasmales y de ángeles que se han suscitado en este lugar tan histórico y emblemático de Chihuahua.

El niño de la pelota azul

La construcción de esta casa se inició en 1888 y se terminó en 1893. Don Luis la construyó para vivir con su familia y sus 12 hijos. Uno de sus hijos adolescentes falleció en otra casa; un disparo accidental le arrebató la vida. El general mandó deshacerse de todas sus cosas, pero ese niño ahora habita en La Casona, aunque nunca llegó a vivir en la fortaleza, los recuerdos se lo trajeron y ahora deambula por la terraza de la casa, incluso hay personas quienes lo han visto bajar jugando por las escaleras.

La casa fue heredada a Elena, hija del general casada con Rafael Horcasitas, quien por su apegó a la Iglesia, la hace prestar esta casa a las Hermanas de la Caridad del Verbo Encarnado, esto durante la persecución religiosa, pues por mandato las escuelas y colegios religiosos habían sido cerrados al igual que los templos.

Presencias angélicas y demoníacas

La casa se convierte en internado, en el Instituto América, y de ahí se ha asociado que algunos de los aparecidos son ángeles que deambulan por la casa, es decir, que son vibras angelicales. A las niñas que en ese entonces estudiaban en el lugar las asuntaban los chirridos de alguna puerta que se abría o escuchaban ruidos.

Pero esta casa no sólo fue convento, sino que fue convertida en un burdel de pueblo, esto gracias a la filmación de la película “El Principio”. En ella, Lucha Villa era la Madame y la que regenteaba a las muchachas, de esta situación se desprende la leyenda que también demonios deambulan por el edificio.

El fantasma de las oficinas

En el corredor del baño de mujeres hasta recepción, deambula un hombre. Juan Francisco relata que antes él tenía una oficina en lo que ahora es el Salón Tres Castillos, donde había una puerta con broches, pero más tardaba él en ponerlos que una presencia fantasmal en quitarlos. Esta fue una de las primeras experiencias de este hombre a finales de los 80.

Un niño marinerito

Un niño ataviado con un traje de marinero es otro de los huéspedes de La Casona, este pequeño tiene entre 5 y 6 años. Cuando esta casa albergaba el Centro Cultural, el patio era de cantera con una fuente en medio. Se apagaban casi todas las luces, las de la oficina y un pasillo permanecían encendidas, así era como el niño se paseaba por la parte alta de la casa, claramente se veía su sombra cuando pasaba por el barandal.

Incluso algunos trabajadores relatan que tras una posada, una persona se quedó mirando el domo que tenía espejo, ahí podía ver todo lo que pasaba en la parte baja, él vio al niño, pero no le tomó importancia, creía que era el hijo de otro empleado. Pasaron las fiestas decembrinas y un buen día se le ocurrió preguntar que de quien era el pequeño. Todos le dijeron que era una fiesta de adultos y que no había algún niño.

Blanca belleza

Un hombre relató que un día cuando funcionaba como Centro Cultural vio a una mujer vestida de blanco, que estaba sentada en la fuente del patio. Ese joven en ese entonces tocaba en un conjunto musical, se acerca a la señora y le pregunta que donde estaba la gente. Pero esa mujer no existía.

El vigía de las monedas

La casa como Centro Cultural albergó muchas exposiciones, una de ellas fue la exposición de unas monedas de oro y plata. El hombre fantasmal se aparecía custodiando las monedas. Eso hacía correr al vigilante que en ese momento había sido designado a la exposición. El hombre que se aparecía lo asustaban tan feo que salía corriendo y quería huir.

Para otra exposición importante, se requirió la contratación de personal de vigilancia, incluso estaban armados, relata Antonio Ferreiro, pero ni así quisieron quedarse, pues veían a un niño vestido de paje deambular por los pasillos.

Murmullos del Más Allá

Alma Montemayor afirma que en varias ocasiones en la casa se colocaron altares de muertos, las ofrendas y las velas, hacían que la gente pensara que se invocaba a la muerte.

La escritora se dio a la tarea de novelar la historia de esta edificación, su libro se llama La Casona del General, donde recabó los datos más importantes de la historia de esta mansión. Ella afirma que cuando La Casona funcionaba como la Asegurada se decía que se prendían las luces.

Una maestra de la casa de la Asegurada le relató que se oían muchos murmullos, ella pensaba que eran alumnas de otra clase, pero al salir se percataba que no había nadie.

¿Jugamos?

A finales de los 80 y principios de los 90, una auxiliar administrativa llamada Lorena Chávez se casa y deja de trabajar en el lugar. Tiempo después regresa de visita con su niña de 5 años. Misteriosamente la pequeña desaparece, los empleados la buscan y hasta le gritan pero la niña no responde. Tras una larga búsqueda encuentran a la niña en un recoveco, justo donde se ubica el mueble de la caja registradora. A la pequeña le preguntaron qué estaba haciendo y ella les respondió que estaba jugando y platicando con la niña. Nadie supo quién era ni tampoco nadie la vio. La pequeña ya es mayor de edad y aún le preguntan y ella recuerda perfectamente que estaba jugando con una niña.

La dama de negro

Era un diciembre, Antonio Ferreiro se encontraba en La Capilla y en el patio central había una venta de artesanías que estaban ofertando, pues se daría inicio a la construcción del restaurante.

Eran las 19:00 horas, estaba oscuro, cuando vio pasar a una mujer vestida de negro, claramente la vio caminar por el patio. Él le dijo a un vigilante que le hiciera el favor de prender la luz del baño para que la señora no fuera a tropezar, el vigilante acató la orden, pero a los minutos volvió y simplemente le dijo que no había nadie. Ambos checaron con la persona que se encontraba en la puerta y éste le corroboro que nadie había entrado.

Un fantasma poco educado

Cuando ya estaban en la remodelación para la instalación del restaurante, el pintor estaba con los detalles, un buen día pidió que si lo dejaban entrar temprano. El pintor llegó a las 6:00 horas; esperaba que el vigilante la abriera la puerta. La puerta se abrió sola, entró por sus cosas y al pasar, vio a un señor con camisa anaranjada y pantalón negro, él lo saluda con un “buenos días”, sin embargo no recibe contestación, por lo cual decide voltear para volver a saludarlo y ya no estaba. El fantasma poco atento había desaparecido.

Los cazafantasmas

Estas apariciones han motivado que algunos cazafantasmas acudan a La Casona. En una de las veces instalaron cámaras infrarrojas en las escaleras, en la planta alta en el Salón Inglés, en la sala Grupo Chihuahua.

Los cazafantasmas llegaron entre las 01:00 a 02:00 horas, pero se fueron a las 6 de la mañana sin localizar algún espectro.

Eso sí, La Casona con o sin fantasmas se ha vuelto un referente, al convertirse en uno de los mejores restaurantes de la ciudad.

(FUENTE: oem.com.mx)





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